"Asimilar una tecnología es como rehacerla desde sus fundamentos"

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Entrevista con el Dr. Horacio A. Irazoqui*, quien el mes pasado recibió el Premio "Bernardo Houssay al Investigador Consolidado", otorgado por la SeCyT** en mérito a sus desarrollos tecnológicos ejecutados en el sistema de ciencia y tecnología.

Dr. Horacio A. Irazoqui - ¿Qué comprenden tales desarrollos?
En términos sencillos, la asimilación de tecnologías petroquímicas; la simulación computacional de equipos y procesos de producción (esto permite "poner" un equipo o un proceso en una computadora y poder ver cómo influyen las distintas formas de operarlo sobre el funcionamiento del mismo); la optimización, transferencia y asimilación de resultados por parte del sector productivo (de todas las condiciones operadas en la computadora, permite seleccionar las mejores) y la actualización de recursos humanos -en estrecha relación con el punto anterior-.

Usted se dedica a la investigación y a la transferencia de tecnología al sector productivo, pero no existe una separación tajante entre ambos campos, ¿verdad?
De hecho, no, a punto tal que con mis colegas los doctores Miguel Isla, Pío Aguirre y Eduardo Pavani desarrollamos un proyecto académico consistente en métodos para la generación sistemática de esquemas de procesos industriales que sean energéticamente eficaces, pero apelando a conceptos bien establecidos en otros campos de aplicación de la Física, complementados con la matemática adecuada.

¿Cuál es su actividad específica en relación con el mundo de la producción?
Durante los últimos quince años, la asimilación y actualización de tecnología. Se trata de un campo muy rico porque asimilar una tecnología es como rehacerla, como redescubrirla. Una tecnología particular tiene mucha ciencia y experiencia "puesta dentro", y eviscerarla conceptualmente y poder descubrir todos los fenómenos que interactúan para producir una transformación química o física es como rehacer el tema.

¿Qué valor le asigna a la transferencia de tecnología?
Es una actividad importantísima para estos momentos que se viven en la Argentina, porque existe alrededor del 40% de capacidad industrial ociosa, y en la transferencia se cifra gran parte de lo que podemos crecer en el futuro, con una inversión mínima. Sin embargo, una vez que eso suceda, hay que hacer que tales procesos productivos no sólo "produzcan" sino que también sean competitivos.

¿De qué manera?
Interpretándolos, redescubriendo las bases, el fundamento de la tecnología; identificando los fenómenos básicos puestos en juego y optimizando variables operativas. Y lo más importante, movilizando la experiencia del recurso humano que integra las empresas. No se trata de "emparchar" cosas, o de reemplazar equipos obsoletos; a veces, se trata, en base a procesos existentes, de descubrir sus fundamentos -a eso llamo yo "asimilación"-, y una vez que uno domina la tecnología desde esos fundamentos ver cómo podríamos mejorarla. Se debe tener en cuenta que toda tecnología se hizo en un momento histórico, donde quizás la energía no era tan importante, o su costo era muy bajo, o no se tenían en cuenta restricciones ambientales. También se pueden repensar los procesos actualizándolos a lo que son las pautas de competencia de estos momentos.

¿Cómo es la relación con las empresas para las cuales trabaja?
En general, en el sector productivo uno encuentra a las mismas personas que pasaron por las cátedras de la Universidad, ahora como profesionales, de modo que no se necesitan presentaciones formales entre unos y otros. Esta relación se desarrolla dentro de un marco ético y de garantías mutuas, el que nunca abandonamos. Por ejemplo, nunca llegamos a invadir el ejercicio profesional, de lo contrario estaríamos compitiendo con nuestros propios egresados -tenga en cuenta que soy docente universitario-. Considero que desde nuestro sector científico lo mejor que podemos hacer es ser aliados de nuestros egresados y potenciarlos en su actuación. Es decir, ofrecemos nuestros servicios como para que, mediante este tipo de colaboración, sea posible aprovechar la experiencia profesional -a veces, semiempírica- acumulada durante décadas; redescubrirla, describir la "fisiología" de los procesos y fenómenos y poder reordenar ese conocimiento empírico (o experimental) en un marco conceptual que al profesional del sector privado le permita potenciarlo y utilizarlo nuevamente de distintas maneras. Aun en el caso de aquisición de tecnologías, el profesional se torna un comprador muy exigente y crítico. Y sabe, tiene la capacidad, la adquiere o la reformula, de buscar procesos que sean "amigables" con la tradición y experiencia de la empresa.

¿Con qué tipo de empresas han interactuado usted y sus colegas?
-En general, hemos trabajado con petroquímicas que utilizan el gas de gasoducto como materia prima. No obstante ello, comenzamos nuestra actividad trabajando con una empresa de especialidades y con una Pyme en un proceso cuya materia prima era un efluente de industrias de mayor porte, para producir un producto de alto valor agregado. De hecho, nos hemos abocado a la actualización de tecnologías de procesos no sólo en compañías argentinas sino también en multinacionales. Con algunas de las primeras, que usaban tecnología originalmente extranjera, hemos establecido una relación muy fluida, que no es ajena al pasado universitario común entre su personal profesional y el nuestro.

Los empresarios ¿confían en el trabajo científico local?
-A veces ocurre que, cuando se contrata a alguien del sector científico-técnico, no siempre se tiene un esquema para deslindar responsabilidades. En otras palabras, cuando se contrata a una empresa internacional, la misma tiene antecedentes que le sirven de garantía al contratante, y si el trabajo resulta malo (lo que puede suceder) existe un esquema de asignación de responsabilidades. Este es un detalle en la relación con las empresas, pero que no hace imposible (y de hecho, lo venimos logrando) construir un vínculo estable a lo largo del tiempo, generando la confianza mutua que facilita el trabajo. Así, entre la empresa y nosotros sólo está el problema que hay que resolver, y el supuesto es que formamos un equipo.

En la práctica, ¿cómo es una sesión de trabajo?
-Por ejemplo, en las reuniones con una empresa del ramo petroquímico con la que más acabadamente hemos logrado este tipo de vinculación, se genera un ambiente de una gran creatividad, donde aportan ideas y conceptos el gerente de operaciones, el gerente de producción, el de servicios, el de ingeniería, etc., grupo al que se va sumando el personal profesional a su cargo conforme se avanza en el tema en discusión. Así se llega a las soluciones; alguien trae una propuesta y se la trata entre todos, y uno tiene que tener la amplitud mental necesaria para aceptar todas las objeciones que se formulen y que permitan la posterior reelaboración.
Y yo encuentro que todo lo anterior le da sentido a lo que hacemos en los laboratorios del instituto, y también rompe mitos, por ejemplo, el de "para qué estudiar estas cosas, para qué saber tantas cosas si después, en la realidad, se aplican muy pocos conocimientos". Eso es una falsedad enorme. Las tecnologías son conocimiento concentrado, y poder llegar a los fundamentos de una tecnología es un trabajo de equipo que requiere saber mucho de muchas cosas, aun para no usarlas, porque así se puede medir el error que uno está cometiendo; si no, no se sabe, es la ingenua tranquilidad del que ignora. En este tipo de cosas, la sabiduría consiste en usar lo menos posible de lo que uno sabe, pero siempre midiendo el error aceptable que comete en la búsqueda de la simplicidad.

¿Puede dar un ejemplo de lo anterior?
-Sí; en mis clases les digo a los alumnos que uno nunca trabaja con la realidad sino con un modelo simplificado. Y si les pregunto cómo medirían la superficie del aula donde están, me contestan: "Multiplicando el ancho por el largo". Responden así al modelo (medieval) de Tierra plana, y, sin embargo, saben que la Tierra es redonda. Ahora, si quisieran calcular el área del aula como un sector de la superficie del planeta la situación se les volvería muy compleja. Entonces se quedan con un modelo sencillo, aproximado, pero cuyo error controlan y saben que les sirve para sus fines. Sin duda, no les serviría en otras aplicaciones.

(*) Ingeniero Químico (UNL) y Dr. en Ingeniería Química (Universidad de Minnesota, EE.UU.). Es Profesor Titular Ordinario de la FIQ e Investigador Independiente del Conicet en el Area de Ingeniería de Procesos del Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (Intec/Conicet/UNL), de nuestra ciudad. (**) Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Entrevistó: Lic. Enrique A. Rabe (ACS/Ceride).

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publicado el 28 de junio de 2003