EL PODER DE LAS AGUAS
La escasez de los recursos hídricos convierte al agua en un instrumento de poder. El líquido elemento siempre se ha considerado un bien abundante y al alcance de todos. Sin embargo, los abusos cometidos y la acción contaminante de la actividad humana han provocado que este elemento, esencial para la vida, sea un bien escaso cuyo reparto ha de planificarse con atención. Los científicos, por su parte, y no sólo ellos, pueden desempeñar un importante papel al dar a conocer a la opinión pública el estado actual de las reservas hídricas y manifestar la necesidad de que éstas se conserven en el mejor estado posible.
El principio equivocado: A los desmanes hidrológicos propiciados por el principio de que "el agua es para el que la toma primero", se unen los distintos cambios climáticos que el planeta est sufriendo y que conllevan un descenso del índice de precipitaciones, independientemente de los aumentos extraordinarios de las mismas en algunos lugares del mundo, motivadas por "El Niño", por ejemplo. No obstante esta excepción, los especialistas consideran que los distintos gobiernos deben tomar medidas urgentes que controlen los usos de sus reservas hidrológicas y acometer todas las obras necesarias que permitan el transporte de agua desde las zonas excedentarias a aquellas con sequía. Asimismo, algunos científicos opinan que el agua se ha convertido en un instrumento político, y como tal ha de ser resuelto. Un ejemplo de la historia reciente En el conflicto que enfrentó a Irak con el resto del mundo, el "oro blanco" fue un arma que Sadam Hussein utilizó para presionar a Jordania ya que el reino hachemita carece de reservas, por lo que tiene que importar agua de Irak. El mismo Kuwait, antes de la invasión iraquí, intentó convencer a Hussein de que le suministrase agua previo pago de una considerable cantidad, algo que éste no aceptó. Legislación sobre aguas: una larga tradición española España tiene una normativa de aguas y proyectos de trasvase a regiones más necesitadas que se remontan al siglo XIV, y que son fruto, en gran parte, del legado musulmán. Ya en 1370, el déficit hídrico del sureste peninsular provocó que se realizara la primera solicitud de trasvase. Sin embargo, el manejo de aguas tiene antecedentes más antiguos: en Valencia existe el "Tribunal de las Aguas" (TA), de origen árabe, que desde el siglo X se ha encargado de solucionar todos los problemas surgidos entre los regantes de la huerta valenciana. La historia cuenta que este reparto de aguas se inició cuando Jaime III permitió que 200 mil moros agricultores, procedentes de Sudán, se quedasen a vivir en su reino, por lo que conservaron todos los sistemas de regadío y esta institución que regulaba su funcionamiento. Hoy, el TA agrupa a ocho acequias con más de 12.000 has de regadío, y su misión es la de cuidar de que el agua llegue a todas las tierras. Este Tribunal es una institución medieval sin paralelo en el mundo. Desde esos lejanos tiempos se sucedieron muchos proyectos que también buscaban corregir la situación de que el agua fuera un instrumento en manos del patriciado urbano, el que no estaba interesado en entregar su preciado bien a los propietarios de la tierra. Pero fue a partir del siglo XVIII cuando se iniciaron los proyectos hidráulicos más importantes. Felipe V y su ministro, el Marqués de la Ensenada, vieron en los ríos un canal de comunicación con el cual organizar un gran mercado agrícola nacional. No obstante, la primera Ley de Aguas data de 1879, y la más reciente, de 1985. Modernización necesaria La libre disponibilidad del agua, tanto de los recursos superficiales como de los subterráneos, ha propiciado desde siempre un sistema de distribución que ahora resulta obsoleto para resolver los problemas de escasez a los que se enfrentan los distintos países. Se plantea el dilema de escoger entre el desarrollo del sector agrícola y el desarrollo de los sectores industrial y de servicios, incluyendo el de turismo. Por ello, los problemas a los que los gobernantes han de hacer frente son similares en todo el planeta: escasez de recursos, obstáculos geográficos, oposición a los trasvases y falta de conciencia por parte de la opinión pública de que el agua es un recurso limitado. Claro está que, aunque estas situaciones se repitan en todos los países, las soluciones no siempre serán válidas para todos los casos.
Urgencias: Por todo lo anterior, urge crear una sensibilización en la población para que no malgaste el agua y esté dispuesta a cederla a otras zonas que la necesitan; es preciso acometer obras hidráulicas que permitan un mejor aprovechamiento de los recursos existentes; urge elaborar una normativa capaz de resolver todos los problemas que se planteen al respecto y que, ahora, por unas circunstancias u otras, se ignoran, con el considerable perjuicio que ello conlleva. El agua se ha convertido en un poder al que conviene tener bajo control.
CERIDE - CIENCIA CIERTA