A nuestros lectores:


En este último Noticiero del año les hacemos llegar un bosquejo de las actividades desarrolladas durante la Reunión en San Luis. Es un placer agradecer a los Conferencistas invitados, cuya colaboración hizo posible la publicación de las Conferencias escuchadas durante el encuentro.

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La Redacción



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25 de febrero, 25 de junio, 5 de noviembre
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Luis Santaló


por N. Fava y C. Segovia Fernández


Nota de la Redacción: Lo que sigue es la primera parte de este trabajo. En el próximo número completaremos la publicación del mismo.


El impulso extraordinario que imprimió Rey Pastor a la matemática argentina en las primeras décadas del siglo pasado fue continuado por otros matemáticos que se hicieron cargo de su valioso legado, acrecentando la contribución pionera de Rey y manteniendo el rumbo del desarrollo científico en la dirección que él mismo había marcado. Un lugar prominente entre esos insignes continuadores ocupa la figura de Luis Antonio Santaló, nacido en España, en 1911, quien llegó a la Argentina en 1939, obligado a emigrar de su país de origen como consecuencia de la guerra civil española. La importancia de la obra de Santaló se manifiesta por la transcendencia y el número de sus trabajos originales; sus libros traducidos a varios idiomas -incluidos el ruso y el chino-; sus trabajos científicos y artículos de divulgación; sus conferencias sobre los temas más variados de la Ciencia; su actuación en las instituciones científicas de nuestro país; por los honores recibidos: doctor honoris causa de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la Universidad de Sevilla, de la Universidad Nacional de San Juan, de la Universidad CAECE y de la Universidad de Buenos Aires. Pero también y especialmente por algunos de los premios que le fueron concedidos: Premio Nacional de Cultura (1954), Premio Mibashan (1968) y Premio ``Príncipe de Asturias" (1983). A diferencia de las creaciones que sólo valen por su novedad, la obra de Santaló ha ido creciendo en importancia con el paso del tiempo. Libros, artículos y enciclopedias del conocimiento matemático registran su nombre y sus resultados. Por otro lado, sus numerosos trabajos relacionados con la educación matemática son muestras palpables de su interés por el desarrollo científico de su patria adoptiva y su vocación de servicio. Para presentar algunos datos de la infancia y la juventud de Santaló nos serviremos de la biografía escrita por Xavier Durán1 en base a los recuerdos del mismo Santaló. Su padre Silvestre Santaló y Pavorell era maestro, en tanto que su madre Consuelo Sors y Llach se ocupaba de las tareas de la casa y la crianza de sus siete hijos entre los que, por edad, Don Luis se ubicaba justamente en el medio. Luis Santaló hace la escuela primaria en el mismo establecimento donde su padre era maestro. Los estudios secundarios, que comenzaban a los diez años, los realiza en el Instituto de Bachillerato de Gerona, completando ese ciclo en 1927, cuando contaba 16 años. Al concluir la escuela secundaria, Santaló se marcha a Madrid para realizar estudios universitarios, instalándose en la célebre Residencia de Estudiantes de la Universidad. Por ese tiempo comienza a debilitarse la dictadura de Primo de Rivera y se inicia la fase de contracción económica mundial que provocaría a corto plazo el gran crack de 1929 que se extendió rápidamente por Europa; lo que fomentaba el clima de efervescencia intelectual y política que se vivía en la Universidad. Faltaba poco para que se proclamara la Segunda República, obligando a exiliarse al Rey Alfonso XIII, lo que va a ocurrir en 1931. Los estudiantes de la Residencia tenían oportunidad de asistir a conferencias ofrecidas por las grandes personalidades de la época. Para darnos una idea mencionaremos algunos nombres: Albert Einstein, Howard Carter (descubridor de la tumba de Tutankamon), el historiador Herbert George Wells, Jean Girodoux, Henri Bergson, Paul Claudel, Marie Curie, Arthur Eddington y Robert Millikan. Entre los españoles: José Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Blas Cabrera y Gregorio de Marañón. Por la misma época la Residencia de Estudiantes madrileña alojó a Salvador Dalí y Luis Buñuel, y era frecuentada por los escritores Ramón Gómez de La Serna y el ya mencionado García Lorca. Santaló llega a Madrid pensando en estudiar Ingeniería de Caminos, lo que puede sonar un tanto extraño a quien no haya oido hablar de las posibilidades de un joven español de aquella época. ¿No era acaso Ingeniero de Caminos el ya por entonces famoso matemático y físico barcelonés Esteban Terradas? Tan grande era la fama de Terradas que entre los estudiantes españoles circulaba el dicho: ``Dios es todopoderoso, omnisciente e Ingeniero de Caminos". De tendencia política conservadora, Esteban Terradas, quien fue profesor en nuestra Universidad Nacional de La Plata entre 1936 y 1941, era en realidad un hombre de vasta cultura y abierto al progreso, al mismo tiempo que como ingeniero se le encargaban obras civiles de gran envergadura. Así fue como Santaló comenzó sus estudios en la Universidad de Madrid, pensando en llegar a ser Ingeniero de Caminos. Pero la ley exigía que antes de cursar las asignaturas de Ingeniería, los estudiantes debían seguir un curso introductorio de Matemática en la Facultad de Ciencias. Borges ha escrito que entre los días que componen la vida de un hombre hay uno fundamental: aquel en que por fin sabe quién es. En alguno de esos días del curso de Matemática Santaló va a encontrarse con su vocación y sabrá quién quiere ser. Es muy probable que en esta decisión haya pesado la elección de su hermano Marcel, cinco años mayor que Luis, que había seguido los estudios de matemático y más adelante continuaría su carrera en Méjico, también como exiliado. El nivel académico medio en la Facultad de Madrid no era entonces lo que en nuestro hiperbólico lenguaje nos gusta llamar `de excelencia'. La relación entre alumnos y profesores en el sistema universitario de aquellos tiempos -ha recordado el mismo Santaló- era más bien distante. Otra característica era que casi no había profesores dedicados exclusivamente a la enseñanza universitaria. Por tal motivo solían retirarse inmediatamente después de la clase, lo que hacía difícil cualquier consulta. Aun consultar libros no era fácil, pues se imponía el temor de que por el descuido `natural´ de los jóvenes los libros no volvieran a la Biblioteca; las revistas que contenían los trabajos más actuales estaban reservadas a los profesores En resumen, el clima reinante no era el más fecundo que pueda imaginarse para la investigación científica, ni siquiera para el estudio serio. Todo lo cual da mayor relieve al mérito de los buenos profesores. Entre éstos Santaló recuerda a Blas Cabrera, d'Odón de Buen y Julio Palacios. Sin embargo en 1931 habría de incorporarse al cuerpo de profesores de Madrid un matemático todavía joven -contaba 43 años- que a pesar de su juventud gozaba ya de considerable prestigio, y con el apoyo de la Junta para la Ampliación de Estudios (una institución similar a nuestro CONICET) había realizado viajes de formación a Alemania y había tenido un éxito notable durante sus visitas a la Argentina en 1917 y 1918: nos referimos a Julio Rey Pastor. Alentados por los vientos de reforma, un grupo de estudiantes del curso de Rey Pastor en Buenos Aires había solicitado su contratación al Decano de la Facultad de Ciencias Exactas, donde se cursaba la carrera de Ingeniería, que se concretaría recién en 1921 por un período de seis años, después de allanar una larga serie de obstáculos, como es usual. A partir de 1928 el contrato de Rey con la Universidad de Buenos Aires se cambia por una designación como profesor titular ordinario, alternando sus tareas académicas entre las Universidad de Madrid y Buenos Aires, según la época del año. Los lazos que unían a Rey Pastor con la Argentina van a ejercer una influencia decisiva cuando al finalizar la guerra civil con la derrota del bando republicano, Santaló comprenda que para evitar males mayores le conviene alejarse de Europa. Pero antes de que eso ocurra, Rey Pastor tendrá una primera oportunidad de ejercer su influencia sobre Santaló. Éste termina sus estudios de licenciatura en 1934. Contaba 21 años y comienza a trabajar como profesor interino en un instituto y como profesor auxiliar en la Universidad. Como era habitual en esa circunstancia, se prepara para las célebres oposiciones que le asegurarían una posición estable como catedrático, con un sueldo razonable. El director del Instituto y algunos profesores lo alentaban en tal sentido, destacando las ventajas de dicha posición; pero Rey Pastor y Terradas le hacían notar al joven Santaló la alarmante mediocridad de ese destino. Advertidos de su talento matemático le sugirieron que se marchara a Hamburgo que poseía una buena Universidad y por el tamaño moderado de la ciudad no le intimidaría tanto como París o Berlín, las otras posibilidades razonables en aquel tiempo. Guiado por estos consejos y apoyado por una beca de la Junta para la Ampliación de Estudios, Santaló decidió continuar sus estudios en la Universidad de Hamburgo, donde va a permanecer por espacio de casi dos años. Por aquel tiempo -1934- el partido nazi en el poder daba muestras de su temible virulencia: los cuerpos docentes de las universidades alemanas comienzan a diezmarse por efecto de las depuraciones raciales o políticas y se inicia el proceso de retraso cultural y científico de un país que hasta ese momento figuraba a la vanguardia de la ciencia en el mundo entero. Sin embargo, en la Universidad de Hamburgo se ingeniaban para mantener una relativa normalidad de trabajo, simulando acatar las orientaciones del régimen en materia de trabajo científico. Tendrán éxito por poco tiempo: el suficiente para que alcancen a formarse algunos discípulos alemanes y extranjeros, entre ellos Luis Santaló y Shiing Shen Chern. Debemos recordar que por desgracia había también excelentes científicos partidarios fervorosos del nacionalsocialismo: entre ellos el físico Philipp Lenard -premio Nobel en 1905- y los matemáticos Ludwig Bieberbach y Oswald Teichmüller, quien llegó al extremo de hostilizar a algunos de sus propios colegas. En notorio contraste con la situación política, la ocasión científica que se presentaba en Hamburgo no podía ser más favorable para un estudiante de doctorado, pues en ese preciso momento el geómetra Wilhelm Blaschke estaba desarrollando una nueva rama de la Geometría que él denominaba Geometría Integral. Conociendo la preferencia de Santaló por la Geometría, Rey Pastor le había aconsejado ponerse en contacto con Blaschke, cosa que hizo tan pronto como llegó a Hamburgo. Al seminario de Blaschke asistía regularmente un grupo de estudiantes cuyo número no pasaba de diez pero que compartían con el maestro su entusiasmo por la nueva disciplina. Santaló supo aprovechar muy bien la oportunidad que se le presentaba, convirtiéndose en poco tiempo en un participante activo del seminario. Las circunstancias del lugar favorecían el contacto con los profesores; por otro lado las dificultades del idioma -recuerda Santaló- facilitaban a los estudiantes extranjeros el aislamiento de la realidad ominosa que envolvía a Europa, pero que no resultaba tan visible en Hamburgo como en las grandes ciudades del continente. Santaló vuelve a Madrid en 1935 con el trabajo que conformaría su tesis ya publicado en revistas matemáticas de España, Francia y Alemania y con el bagaje de un tema completamente nuevo. Tanto, que va a resultar difícil encontrarle un padrino y reunir un jurado de tesis en España. En 1936 Santaló alcanza el grado de doctor con calificación Excelente. La tesis se titulaba Nuevas aplicaciones del concepto de medida cinética en el plano y en el espacio, y se va a publicar en 1936 en el volumen 33 de la revista de la Academia de Ciencias de Madrid. Pero los acontecimientos académicos no detienen las crisis políticas: el 18 de julio una importante facción del ejército se subleva contra el Gobierno de la República iniciando la Guerra Civil que duraría casi tres años y marcaría los destinos de muchos españoles de la que algunos llamaron `generación histórica´. Santaló se encontraba en Madrid y decide regresar a casa de su familia en Gerona. Lo logrará, pero esta vez el viaje no resultará tan sencillo: ``Los primeros momentos -recuerda- son de gran confusión. Se oyen disparos y se producen detenciones en la calle. Hay que desconfiar de cualquier persona, porque no se sabe con quién se está hablando. En todo el territorio comienzan a delimitarse los frentes y se mobiliza la gente, lo que produce grandes dificultades para el traslado de personas e incluso para enviar mensajes... Hay movimientos de soldados, zonas que están en poder de uno o del otro bando. Y cualquier lugar puede cambiar de manos súbitamente..." La familia de Santaló era de ideas liberales y federalistas. Tanto por tradición familiar como por convicción Santaló estaba comprometido con la República. Sin embargo, para la mayoría de los ciudadanos la idea de marchar al frente no resultaba para nada atractiva. Un funcionario del ministerio de Educación consigue que un grupo de universitarios sean asignados a tareas técnicas menos peligrosas. Santaló es asignado a la aviación, y con destino en la base aeronaval de Los Alcázares, próxima a Cartagena, queda a las órdenes de un militar científico, Emilio Herrera, considerado un renovador de la aeronáutica. `No era un destino peligroso, ni siquiera desagradable' -recuerda-. La misión de la base eran los vuelos de observación y estaba dotada de una buena biblioteca sobre temas de aeronáutica, de la que Santaló supo sacar provecho reuniendo el material para dos libros que andando el tiempo habrían de publicarse en la Argentina: Elementos de Aviación e Historia de la Aeronáutica. Pero a medida que se desarrollaba la contienda las fuerzas de los sublevados se acercaban y el grupo de aviadores y técnicos que integraba Santaló debe evitar el riesgo de caer prisionero. Cuando la actividad de la base se hace insostenible, los comandantes deciden trasladarla a la Escuela de Aviación Militar de Barcelona. Santaló tenía en ese momento el grado de Capitán. Finalmente se decide un nuevo traslado: esta vez a una aldea -Navata- a 37 kilómetros al norte de Gerona. El grupo debía pasar por la ciudad, lo que le dió la oportunidad de un breve encuentro con su familia a la que no volvería a ver por espacio de veinte años. Nunca volvería a ver a su madre. El fin de la Guerra no significó la paz, sino la victoria del bando nacionalista: eran frecuentes las represalias, aun entre los que no habían participado abiertamente de la lucha. Tratando de huir de los temibles `juzgamientos', Santaló cruza la frontera hacia Francia por el camino que bordea la costa, desde Portbou hacia Cerbere, como lo harían otras 350 mil personas. Quienes han hecho ese camino en otras circunstancias afirman que es de una gran belleza ... Para controlar a los refugiados las autoridades francesas organizaron con diligencia varios campos de concentración. El campo de Argeles sur Mer, donde fue conducido Santaló, montado sobre la playa y acotado por alambradas, era custodiado por tropas senegalesas y llegó a albergar a más de 70 mil soldados republicanos que recibían el trato de prisioneros de guerra. En un descuido de los guardias, en circunstancias que Santaló no recuerda bien, consigue escapar, recorriendo poco más de una decena de kilómetros hasta llegar a una población marítima, Collioure, donde vivía un primo suyo reconocido como cónsul por el gobierno francés. Desde la casa del primo escribe a Rey Pastor en la Argentina y a Blaschke en Alemania, explicando su situación. Blaschke le responde prontamente sugiriéndole que viaje a Hamburgo, donde hallarían alguna solución, pero la realidad era que la Alemania de 1939 había dejado de ser un lugar recomendable; menos aún para un ex combatiente republicano. Por su lado, Rey Pastor le envía dinero para pagar el pasaje hacia la Argentina, pero le explica que obtener la visa no sería fácil, porque el gobierno argentino de aquel tiempo, dominado por una facción conservadora, se inclinaba subrepticiamente en favor del Eje y del bando nacionalista en España. Blaschke también le escribe a Elie Cartan explicándole la crítica situación de Santaló. En respuesta, Cartan le hace llegar una invitación para dar unas conferencias en el Instituto Henri Poincaré, en París. Pero tampoco ese viaje se hará sin sobresaltos: detenido por carecer de documentación en regla es alojado en una comisaría de París. Poco más tarde, detrás de las rejas presencia la discusión airada de un caballero de aspecto distinguido con los policías: era el mismo Cartan que había acudido a rescatarlo de tan triste situación. Pero su situación sigue siendo precaria: le ayudan a encontrar alojamiento, pero le notifican que no puede establecerse en la ciudad en forma permanente. Sin embargo, presentado como profesor de la Universidad de Madrid, Santaló da sus conferencias en el Anfiteatro Darboux del Instituto Poincaré los días 25, 28 y 30 de marzo de 1939. Volviendo a la realidad de su situación, queda por jugar la carta argentina, aunque no se sabe cuánto puede demorar. En este punto debemos destacar la actitud solidaria de Chile y Méjico, únicos países latinoamericanos que no pusieron ningún obstáculo al ingreso de los exiliados españoles. Pero lo bueno de nuestro país es que casi siempre hay alguien que conoce algún influyente al que pedirle una gauchada. En este caso dan resultado las gestiones realizadas por Esteban Terradas ante un obispo. Así Santaló consigue, por fin, la ansiada visa y sin perder tiempo se dirige al puerto de Burdeos para embarcar rumbo a la Argentina. Justo a tiempo: el 1 de septiembre Hitler invade Polonia y dos días después Francia y Gran Bretaña declaran la guerra al Eje. Después de una escala no prevista en Dakar, el barco que lo conduce desde Burdeos llega al puerto de Buenos Aires el 12 de octubre de 1939. Allí, en el muelle, estaba esperándolo su compañero de estudios y amigo de siempre, Manuel Balanzat, que había salido de España por las mismas razones.